domingo, 15 de noviembre de 2015

FALLECE EL INFANTE HEREDERO, DON FERNANDO DE LA CERDA

A todas las ciudades y concejos de los reinos de Castilla y de León, salut e graçia. Hemos recibido tristes noticias desde tierras de Villa Real (1), concernientes al fallecimiento del infante don Fernando de la Cerda, heredero al trono de Castilla y de León, a sus veinte años de edad. La sepultura se ha ubicado en el Panteón Real del Monasterio Cisterciense de Santa María la Real de las Huelgas, en Burgos, y hemos recibido el encargo de comunicar los sucesos por orden de su viuda, Doña Blanca de Francia, sus dos hijos, los infantes Alfonso y Fernando de la Cerda, su padre, el Rey Don Alfonso el Sabio y su hermano, el infante Don Sancho. 

Sepulcro de Fernando de la Cerda. 

La muerte repentina del joven y apuesto infante, al parecer de fiebres, durante la preparación de la campaña militar contra los benimerines que a principios de este año invadieron algunas tierras meridionales, ha conmocionado al pueblo de Castilla, que en absoluto esperaba tan desastroso acontecimiento.

Tras conocerse la noticia, todo un aparato de ostentación se ha puesto en marcha en la ciudad de Burgos, donde nos encontramos, puesto que, además de la organización de unos fastuosos funerales, para dar sepultura al cuerpo recién llegado del desdichado joven, se han escogido algunas de sus vestiduras más apreciadas para que lo acompañen en su morada eterna, tal como es costumbre en estos reinos (2). Por ello, se han seleccionado, contando con el consejo de su viuda, prendas confeccionadas con telas andalusíes (3) bordadas con escudos de castillos y leones: un pellote con grandes escotaduras laterales (4), sobre él una saya encordada ceñida al cuerpo y forrada de tafetán carmesí (5) y, por último, una capa con cuerdas de corte semicircular y forrada de piel (6). En la cabeza se le ha colocado un birrete de enorme riqueza (7). Otros objetos con los que ha sido enterrado son un anillo, colocado en su mano derecha, un hermosísimo cinturón (8), la espada del joven y unos acicates de plata (9). Bajo ello, como prendas interiores, han vestido al infante con camisa y bragas (10), a las que se han atado unas calzas del cuero de mayor calidad (11). El ataúd, encargado a los carpinteros de la Corte, se ha forrado con ricas telas y, en su interior, para que el cuerpo del real infante descansase cómodamente, se han añadido almohadas bordadas con hilo de oro y seda (12). Todo ello ha supuesto un enorme despliegue de artesanos, comerciantes y personal encargado de preparar a Don Fernando para su descanso eterno. El sepulcro, de planta rectangular y tapa a dos aguas, se ha decorado con los motivos heráldicos paternos: castillos y leones, enmarcados por octógonos, y se ubicará en la Nave de Santa Catalina, o nave norte, de la iglesia del monasterio burgalés.

Pellote de Fernando de la Cerda. 
Fuente: http://www.patrimonionacional.es/

Amén del dolor familiar que esta muerte ha provocado, el presente acontecimiento planteará un problema sucesorio a nuestro rey, pues no está claro si debe ser nombrado heredero el primogénito del difundo infante Fernando, Don Alfonso de la Cerda, o el siguiente hijo de nuestro rey Don Alfonso, el infante Don Sancho, soluciones ambas legales según lo contemplado en las Leyes (13), si bien al parecer hay una ligera preferencia por Alfonso de la Cerda, ahora protegido por el poderoso Juan Núñez de Lara (14). A Don Sancho, sin embargo, le respaldan un buen número de nobles dirigidos por Lope Díaz de Haro, señor de Vizcaya (15). 

Apertura del sepulcro de Fernando de la Cerda en 1942.
Fuente: Yarza y Mancini, 2005: 127


Los nobles ya han planteado una nueva sublevación contra el monarca en una situación de desorden interno agravada con este problema sucesorio que ahora se plantea y que aumenta debido a la invasión del sur por los benimerines y la ausencia del rey, quien se encuentra estos días en Beaucaire tratando de convencer al Papa para que le corone Emperador (16). 

Dada en Burgos, a treinta días del mes de julio de la Era de mil trecientos y trece años (17). 

Yo, Ester de Farnesio, la escribí por orden  del Infante Don Sancho. 

Fdo.: Ester de Farnesio

BIBLIOGRAFÍA



GÓMEZ MORENO, M. (1946): El Panteón Real de Las Huelgas de Burgos. Madrid: CSIC.

GONZÁLEZ MÍNGUEZ, C., (2011): “La reacción oligárquica frente al poder de las monarquías (1284-1325)”, en ALVAREZ PALENZUELA, V. A. (coord.), Historia de España de la Edad Media. Barcelona, Ariel, pp. 603-644.

IRADIEL, P., MORETA, S. y SARASA, E. (1989): Historia Medieval de la España Cristiana, Madrid: Cátedra.

PARTEARROYO LACABA, C. (2005): “Estudio histórico-artístico de los tejidos de al-Andalus y afines”, Bienes culturales: revista del Instituto del Patrimonio Histórico Español, 5, 2005, pp. 37-74.

ROGRÍGUEZ PEINADO, L. (2012): “La producción textil en Al-Andalus: origen y desarrollo”, Anales de Historia del Arte, 22, pp. 265-279.

VALDEÓN BARUQUE, J. (2004-2005), “Alfonso X y el Imperio”, Alcanate: Revista de Estudios Alfonsíes, 4, pp. 243-258.

YARZA LUARCES, J. J. y MANCINI, M. (coords.) (2005): Vestiduras ricas: el Monasterio de Las Huelgas y su época. Madrid: Ministerio de Cultura. 

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(1) Ciudad Real. 

(2) El sepulcro de Don Fernando de la Cerda fue estudiado entre 1942 y 1943, habiendo sido atribuido por error al rey Alfonso VII. Parte de su importancia radica en que se encontraba intacto al no haber sido abierto por las tripas francesas durante la Guerra de la Independencia, por lo que sus restos fueron definidos como un “conjunto de valor incalculable y absolutamente único” por el entonces comisario del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, Francisco Íñiguez Almech. Uno de los más relevantes responsables del estudio del panteón fue Manuel Gómez Moreno. Dada la importancia histórica y arqueológica de los restos, “la comisión propuso, como una de sus principales metas, la realización del estudio definitivo del hallazgo, su valoración histórica y arqueológica y, en consecuencia, la exposición del conjunto funerario”, proceso que detalló Gómez Moreno, junto con un estudio exhaustivo de los artefactos recuperados y procesos llevados a cabo, en su publicación de 1946, la cual sirvió de base para posteriores estudios como los realizados por la Hispanic Society de Nueva York en 1950, YARZA LUARCES, J. J. y MANCINI, M. (coords.), Vestiduras ricas: el Monasterio de Las Huelgas y su época, Madrid, Ministerio de Cultura, 2005, pp. 123-127. Es de obligada referencia la obra de GÓMEZ MORENO, M. El Panteón Real de Las Huelgas de Burgos, Madrid, CSIC, 1946. Los números de inventario son 00650524, 00650538 y 00650526, según al ficha de Patrimonio Nacional: http://www.patrimonionacional.es/fr/colecciones-reales/categorias

(3) Los talleres textiles de Al-Andalus, tanto los telares como las tintorerías, gozaban de un enorme prestigio debido a la calidad de las materias empleadas y factura, lo que atrajo notablemente a las cortes europeas y, en especial, peninsulares, siendo de procedencia andalusí la mayor parte de los tejidos hallados en el Panteón Real de las Huelgas de Burgos. Para ampliar la información en este campo, remitimos a los artículos de ROGRÍGUEZ PEINADO, L., “La producción textil en Al-Andalus: origen y desarrollo”, Anales de Historia del Arte, 22, 2012, pp. 265-279; PARTEARROYO LACABA, C., “Estudio histórico-artístico de los tejidos de al-Andalus y afines”, Bienes culturales: revista del Instituto del Patrimonio Histórico Español, 5, 2005, pp. 37-74.

(4)  El pellote de Fernando de la Cerda es una de las prendas medievales mejor conservadas. Estaba confeccionado con el mismo textil que la saya y forrado de piel, tratándose en este caso de un modelo bastante evolucionado al presentar unas escotaduras muy amplias, YARZA LUARCES, J. J. y MANCINI, M. (coords.), Vestiduras, pp. 112. La técnica de elaboración de esta prenda es el samito, y los materiales fibras de seda e hilos entorchados de oro y plata, YARZA LUARCES, J. J. y MANCINI, M. (coords.), Vestiduras…, pp. 162. Tal como se indica en la ficha de Patrimonio Nacional relativa a la indumentaria del Infante Fernando: “según describe Manuel Gómez Moreno, la momia del infante apareció vistiendo el pellote debajo de la saya, al contrario de lo que evidencian todas las representaciones artísticas de la época”. http://www.patrimonionacional.es/fr/colecciones-reales/categorias

(5)  La saya, que tenía forma de T, podía ser ajustada o no, y abierta o cerrada en este segundo caso, si bien los personajes más relevantes preferían la saya ajustada mediante cuerdas, entre las cuales podemos encontrar la de Fernando de la Cerda. Esta prenda apareció a finales del siglo XII, YARZA LUARCES, J. J. y MANCINI, M. (coords.) (2005): Vestiduras..., pp. 110. 

(6)  De factura andalusí y confeccionada con el mismo tejido que la saya y el pellote, presenta cintas de galón noble y restos de un recubrimiento de piel curtida de conejo. Sobre la urdimbre de base, el bordado de castillos y leones se realizó con entorchados de oro y plata con alma de seda, YARZA LUARCES, J. J. y MANCINI, M. (coords.), Vestiduras…, pp. 157.
 
(7)  El bonete de ceremonia está bordado con seda, hilos metálicos, aljófares, corales y vidrios, y presenta una guarnición de oro y zafiros y granates engastados. YARZA LUARCES, J. J. y MANCINI, M. (coords.), Vestiduras…, pp. 110.
 
(8)  Es una de las piezas más notables del Museo de Santa María la Real de las Huelgas. Servía para sostener la espada y tenía una gran longitud. Los motivos decorativos heráldicos tan originales se han dicho de influencia mudéjar, si bien se apunta hacia un origen francés, puesto que en la hebilla figuran las armas de importantes casas francesas e inglesas, algo que está en concordancia tanto con los antepasados del Infante como con la procedencia francesa de su esposa, hija de Luis IX, por lo que seguramente se trató de un regalo a Don Fernando, YARZA LUARCES, J. J. y MANCINI, M. (coords.), Vestiduras…, pp. 165. Aunque estos autores han propuesto que el Infante se enterró con esta valiosísima pieza por el lujo que representaba, es posible, en mi opinión, que al tratarse de un regalo de su esposa o de algún personaje relacionado con el matrimonio, se enterrarse con esta prenda por el valor sentimental que el infante había depositado en ella.
 
(9)  Toda la indumentaria del infante se conserva en el Museo de Santa María la Real de las Huelgas de Burgos, perteneciente a Patrimonio Nacional.

(10) La camisa podía ser de dos tipos: bien amplia y de longitud hasta las rodillas, bien ajustada y de poca londgitud, la llamada "camisa de cuerda", que se ceñía al cuerpo mediante cuerdas dejando una abertura vertical en alguno de sus puntos. Por otro lado, las bragas eran una prenda que cubría desde la cintura hasta medio muslo, y se ataba mediante ligas, YARZA LUARCES, J. J. y MANCINI, M. (coords.), Vestiduras…, pp. 110. 

(11)  El braguero con el que fue enterrado Don Fernando de la Cerda, un cinturón del que pendían cintas que permitían atar las calzas a las bragas, se ha conservado también, tal como indican YARZA LUARCES, J. J. y MANCINI, M. (coords.), Vestiduras…, pp. 110.
 
(12)  Las almohadas con las que fue enterrado Don Fernando eran de punto de media, seda e hilos entorchados. Una de ellas se encontraba bajo la cabeza del difunto y presenta un excelente estado de conservación. Los motivos decorativos están dispuestos en una retícula octogonal que alterna castillos y flores de ocho pétalos sobre un fondo de tonalidad ocre, entre los cuales hay cuadrados de menor tamaño con esvásticas, mientras que por el otro lado, la iconografía cambia: flores de lis y águilas, todo ello enmarcado por una inscripción en cúfico: “baraka”. YARZA LUARCES, J. J. y MANCINI, M. (coords.), Vestiduras…, pp. 218-219.

(13) Las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio, redactadas entre 1252 y 1284 con el fin de unificar jurídicamente los reinos de Castilla y León.

(14) GONZÁLEZ MÍNGUEZ, C., “La reacción oligárquica frente al poder de las monarquías (1284-1325)”, en ALVAREZ PALENZUELA, V. A. (coord.), Historia de España de la Edad Media. Barcelona, Ariel, 2011, pp. 603.

(15)  IRADIEL, P., MORETA, S. y SARASA, E., Historia Medieval de la España Cristiana, Madrid Cátedra, pp. 397.

(16) En esta ciudad del Mediterráneo francés, en mayo de 1275, se celebró una entrevista entre Alfonso X y el Papa Gregorio X, poco satisfactoria para el monarca castellano-leonés en cuanto a sus pretensiones de obtener el título de Emperador, tras lo que se vio obligado a renunciar a tal cargo, poniendo fin a sus aspiraciones imperiales. VALDEÓN BARUQUE, J., “Alfonso X y el Imperio”, Alcanate: Revista de Estudios Alfonsíes, 4, 2004-2005, pp. 254-255.

(17) Año de 1275. 

 
 
 

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